¿Bastoncillos? Simplemente di no.
Hay cosas a la que, sin darnos cuenta, nos hacemos adictos. Objetos que entran en nuestras vidas en un momento dado y al tiempo ya no sabemos vivir sin ellos. El móvil es el ejemplo más comentado. Pero hay muchos otros. Como el chocolate, los picantes o la coca-cola. O las pelis de miedo. O las toallitas húmedas. O los bastoncillos de algodón, que empleamos para limpiar casi todo, desde el teclado del ordenador al ventilador del secador de pelo y los restos de maquillaje. El problema es que también los usamos para limpiar los oídos. Y ese es un grave error.
Efectivamente, los bastoncillos son el peor enemigo de la salud de los oídos, que producen el cerumen de una forma natural precisamente para protegerse. La cera no sólo permite alejar el polvo y la basura de nuestro tímpano, sino que además lo provee de beneficios antibacteriales y de lubricación. Su propósito es mantener el canal auditivo limpio.
Además, nuestros oídos básicamente se limpian por sí solos con el movimiento de nuestra mandíbula, que ayuda a expulsar el cerumen hacia la parte exterior.
Por ello, muchos expertos indican que no es necesario limpiar los oídos de una forma deliberada, y mucho menos mediante los bastoncillos de algodón, ya que al hacerlo estamos compactando y empujando la cera hacia adentro, donde queda atrapada en las partes donde no se limpia sola y es más difícil su extracción. Estancada en esa zona, la cera trae consigo hongos, bacterias y virus acumulados en el oído externo. De ese modo, los bastoncillos, aparentemente inofensivos, son los responsables de distintas patologías auditivas, pérdidas de audición, heridas, infecciones y perforaciones.
Si se produce un exceso de cerumen, lo mejor es utilizar difusores de agua marina, ya que consiguen limpiar los oídos por fuera y favorecen el ablandamiento de los tapones y su posterior autoeliminación. O mejor aún, consultar con el especialista, que te asesorará sobre lo que más te conviene. En Zamarripa Ópticos le haremos con mucho gusto. Te esperamos.
Y no lo olvides: Di no a los bastoncillos.